Lluvia

21.11.16

Iba caminando sola por la calle, mirando como las gotas de agua caían al suelo rápida y desordenadamente. No llevaba puesta la capucha pues en ese momento quería enfriar su ideas.

Pasó delante de un café y se quedó parada frente al escaparate. El dependiente, que estaba limpiando, abrió la puerta del local y le preguntó si quería pasar, seguramente por verla con la nariz moqueando y los ojos hinchados; ella respondió con un simple "no, gracias" y se marchó. 

Su ligera chaqueta azul hacía rato que estaba empapada y comenzaba a tiritar de frío.
Aligeró la marcha y se sentó en un columpio techado del parque cercano a su casa. Rememoró lo que había pasado; no se sentía bien haciéndolo, pero era la única manera de pasar página, de dejarlo todo atrás.

Fue entonces cuando se percató de la persona sentada en el columpio de al lado. Conocía muy bien a esa persona, la vio por primera vez justo después del accidente y desde entonces aparecía siempre que la necesitaba. "¿Estás bien?" le preguntó, ella sólo se limpió las lágrimas con la manga y asintió; era mucho más fácil eso que explicar todo lo que había pasado. Él silenciosamente rodeó el tembloroso cuerpo de la chica con sus brazos, intentando aportarle calor y apoyo. Pero desistió enseguida; era imposible. 

"Hey, estoy aquí, ya sabes que puedes contarme lo que sea" dijo acercándose, tratando de que le mirara. No sirvió de mucho, pues ella ni siquiera levantó la vista. Volvió a su posición inicial; si ella quería hablar, hablaría. Después de un rato de silencio en el que sólo se escuchaba el sonido de gotas caer, por fin susurró: "Lo han vuelto a hacer". Esto le bastó al chico para cambiar su cara triste por una mueca de rabia. Si pudiera iría en ese momento a pegarles un puñetazo en la cara; pero ese era el problema, no podía.

Lo único que era capaz de hacer era sentarse y escuchar. Escuchar reiteradas veces lo que le hacían a su... ¿qué era ella? ¿Su amiga? No lo sabía. Sólo porque ella era diferente la molestaban y a veces, hasta llegaban a agredirla. ¿Son acaso niños pequeños que no saben respetar los gustos de los demás? Todo tiene su límite y ellos hacía tiempo que lo sobrepasaron. "No te quedes callada, díselo a alguien de tu confianza y que te ayude" fueron sus últimas palabras y luego, se esfumó en el aire.

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